
Con este ejercicio, Welles demostró el poder que los medios de comunicación habían conseguido sobre la ciudadanía, y cómo una noticia puede provocar la histeria colectiva (aun considerando que en la década de 1930 la gente era más susceptible a este tipo de noticias que en la actualidad). Pero en su medida y extrapolándolo a la actualidad, Orson Welles vino a decirnos que un bulo muy bien contado puede tener consecuencias inesperadas, y que no todas las noticias que leemos, oímos y vemos, son como se cuentan.